En la era contemporánea, dominada por avances científicos y tecnológicos, la filosofía puede parecer una disciplina anacrónica, relegada a los márgenes del saber. Sin embargo, estudiar filosofía es más relevante que nunca, pues ofrece una perspectiva crítica y reflexiva indispensable para comprender y moldear nuestro mundo.
La filosofía no solo cuestiona el “cómo” de los avances tecnológicos, sino que explora el “por qué”. Nos invita a reflexionar sobre la ética, la moral y el significado de la existencia, cuestionando los fundamentos de nuestras creencias y prácticas. En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la filosofía nos proporciona herramientas para evaluar sus implicaciones sociales, políticas y personales, garantizando que el progreso no descuide los valores humanos fundamentales.
Además, la filosofía fomenta el pensamiento crítico, la argumentación lógica y la capacidad de síntesis, habilidades esenciales en cualquier campo. Este enfoque crítico y analítico es vital para enfrentar los desafíos complejos del siglo XXI, desde la inteligencia artificial y la bioética hasta la globalización y el cambio climático.
Así, la filosofía no solo complementa a la ciencia y la tecnología, sino que también los enriquece, asegurando que el avance humano se mantenga alineado con nuestros principios y valores más profundos. Estudiar filosofía, por tanto, es una inversión en una sociedad más reflexiva, ética y humana.